La revista Squire marcó un hito con sus portadas. Meter a Warhol en una lata de Campbell´s contaba toda una historia. Una buena imagen es el cincuenta por ciento de una buena publicación impresa. El resto lo hace un buen texto.
Entre “foteros y plumillas”, forzosos colaboradores, siempre ha existido una vieja tradición de pulla mutua y bastante buen rollo. Unos pasan por aprietabotones y otros por juntaletras. Lo cierto es que las imágenes tienen una ventaja, y es que se explican por sí solas. Claro que para que tengan significado, el autor ha acumulado un conocimiento que le hace saber cuál es el enfoque y la textura que hacen que apoyen una información o se graben en la memoria del espectador. Un texto no perece cuando consigue ir más allá de lo que cuenta para permanecer por cómo lo cuenta. Por eso el texto periodístico es tan efímero. La fotografía periodística no pretende ser artística, pero, cuando es buena, transmite no sólo información, sino un pelín de poesía atada a lo que muestra y tiende a perdurar en la memoria. La fotografía, periodística, publicitaria o artística no son asunto menor.
Corporativamente, una imagen de calidad es siempre una gran tarjeta de presentación. Cuando la gente se pone a hacer recortes el problema no es hacerlos, porque a veces son necesarios, sino las excusas. Hay quien opta por no contratar un fotógrafo para ahorrar… Responsables corporativos varios, no escatimen. Su revista de empresa, ganará mucho con una simple y buena fotografía realizada por un profesional para la portada. O su calendario, o su catálogo o su póster, su photocall… Poca gente recordará quién ha ganado ni la crónica del concurso de saltos del World Tour de la edición bilbaína de 2015, pero mucha guardará en su recuerdo la imagen del cuerpo de un clavadista incrustado en el aire entre el Guggenheim el cielo y la ría, como a muchos se les quedó la de los saltadores de trampolín desde Montjuic a punto de ensartarse en la Sagrada Familia con Barcelona de fondo en las Olimpíadas del 92.
Para los profesionales, la desventaja de la fotografía es que la tecnología la ha hecho accesible y, de alguna forma, la ha banalizado. Cualquiera con un móvil puede captar una imagen y subirla a la red, pero, evidentemente, esto no le convierte en fotógrafo. Por eso hay que reconocer la labor de un profesional que es capaz de captar lo que al resto se le escapa para conseguir algo tan valioso como una buena imagen. Cualquier juntaletras lo sabe.
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