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¿Hay canales de comunicación en la empresa?

Es el “Barrio Sésamo” elemental de la comunicación: dentro y fuera, interna y externa. En la Comunicación Corporativa hay una máxima que se debe respetar y que a menudo “se olvida”: primero los de casa. Hay varias razones por las que esta norma básica se salta.

Lo primero que hay que destacar es que el hecho de que el trabajador de una empresa sea el último en enterarse de cualquier elemento informativo corporativo puede ser involuntario. En una empresa donde no haya una vía por la cual todo el mundo se entere de los hechos que marcan su trayectoria puede sólo ser ilustrativo de que no hay un procedimiento adecuado. Cualquiera puede enterarse por la prensa o por la radio de que la compañía ha obtenido un buen contrato. Basta con que habitualmente, no se publique a tiempo en los canales (“¿qué canales?”) internos aquello que se da a conocer a los medios de comunicación. Así que cuando el cuñado le dice a alguien que ha leído que la producción de determinado producto se va a deslocalizar en la India, la respuesta sea tan sencilla como “no me extraña, algo había oído, pero, por lo demás, ni idea”.

Así que la falta de procedimiento y establecimiento de canales para dar a conocer a “los de casa” sobre las decisiones de la empresa es una primera razón. Otra cosa es cuando se trata de una cooperativa, por ejemplo, donde hay una vocación de toma de decisiones colectivas. Ahí, cuando alguien no se entera es porque no quiere, o porque no se hace bien. El verdadero problema se da cuando una decisión que se supone compartida no interesa a la gente, en cuyo caso hay que plantearse el porqué de la cooperativa y el grado de implicación de los propios socios.

Una segunda opción es que exista una estructura de comunicación, pero que no funcione como debiera. Por ejemplo, cuando no hay una dirección de comunicación que coordine el flujo noticioso interno y externo. Suele ocurrir que se presente un responsable autonómico en una empresa y los trabajadores se enteren en el informativo de la noche del por qué en los dos días anteriores se han dedicado a limpiar su puesto de trabajo para dejarlo como una patena. También ocurre que el alto cargo finalmente no ha pasado por donde se suponía y los carteles y la pantalla comprada ex profeso para el muy secreto gran día no hayan servido para nada, salvo para reforzar cierta sensación de ridículo.

Una tercera es mucho más terrible. Se trata de que el director general o algún otro alto miembro directivo, con su connivencia, se dedique a alimentar a los medios por intereses tan concretos como inconfesables desdeñando el esfuerzo previo de comunicar internamente. En realidad, esta actitud es sólo el reflejo mesiánico de quien se cree por encima de los demás, aunque, como muestra su comportamiento, se trate de gente intelectualmente de muy poca talla. Primero, dentro, enanín.